En la presente ruta os guiaremos por los diferentes elementos arquitectónicos bélicos que han dejado nuestros antepasados en la costa mediterránea, concretamente en el Cabo de Santa Pola (Alicante), a lo largo de diferentes épocas, además de disfrutar de los recursos naturales y paisajísticos que nos ofrece este enclave.
Ubicación: Cabo de Santa Pola (Alicante)
Circuito: Circular
Duración: 3h30
Longitud: 9,7 Km
Dificultad: Fácil
Modalidades: Andando o en bicicleta.
Fecha de subida: 27 de Octubre del 2020
El Paraje de la Fulla Rotja (5) o Foia Rotja se ubica detrás de la cantera de Santa Pola, caracterizándose por ser un valle de tierra roja o terra rossa, generado por los procesos de erosión de los relieves calcáreos. Esta dolina ha sido utilizada para el cultivo ya que se pueden identificar los tradicionales abancalamientos en terraza y escalonados por todo el paraje, indicando así la fertilidad de la tierra, además de contar con un abrevadero y una cueva que antiguamente servía como palomar. Actualmente, toda esta zona de cultivo está en desuso, creciendo plantas herbáceas y altos eucaliptos que destacan por encima de los pinos autóctonos de la sierra.
El Cabo de Santa Pola fue uno de los puntos estratégicos militares durante la Guerra Civil Española (1936-1939) debido a su relieve y su cercanía con la ciudad de Alicante, una de las poblaciones referentes para el bando republicano y la última en sublevarse al mandato nacionalista. Por ello, encontramos dos Pabellones militares (11) y la Caseta de Oficiales en el centro, con un túnel subterráneo, pero que actualmente todas estas edificaciones están valladas para evitar un mayor deterioro de estas. Asimismo, podemos identificar que el pabellón junto al aljibe albergaba la cocina y los baños, y el segundo eran los dormitorios gracias a los mapas y fotografías expuestas en los paneles informativos. Estas instalaciones no tienen techado actualmente, únicamente queda la estructura de cemento y llenas de grafitis en su interior, dando esa visión de abandono del lugar. Finalmente, señalar la incorporación de una zona picnic y aparcamiento para los viajeros que deciden visitar el cabo sin realizar la ruta a pie o en bici, y acceder hasta este punto en vehículo propio.
Frente a los pabellones y ocultas entre la pinada, encontramos algunos vestigios de las Baterías Antiaéreas (13/14) con las que contaba Santa Pola. Estas excavaciones en el terreno con forma circular albergaban en su centro un cañón antiaéreo para poder atacar a los aviones del bando nacional que sobrevolaban la zona y dos pequeñas cavidades subterráneas para poder protegerse los militares republicanos. Además, cabe destacar que en la sierra existen 2 pares de baterías interiores con el fin de dar refuerzo a las que se encontraban más cercanas a la costa, y por ello, más visibles para el enemigo.
El terreno sobre el cual transcurre esta ruta se trata de uno de los pocos ejemplares de arrecife coralino fósil existente en Europa, es decir, un atolón con más de 6 millones de años en el cual actualmente podemos ver sobre la superficie terrestre partes del arrecife marino. Asimismo, en el extremo este del cabo se ubica el Faro de Santa Pola (15) desde 1858 con el propósito de alumbrar a los barcos y buques de la Armada Española que navegaban por la bahía de Santa Pola en el siglo XIX. Sin embargo, este edificio tiene aún más historia en su interior puesto que la torre de planta cuadrada existía ya en el siglo XVI puesto que formaba parte de la red de Torres Vigías del Mediterráneo que tenían como misión avisar de posibles ataques piratas. Por ello, el faro es también conocido como Torre Atalayola, siendo la cuarta torre vigía existente en Santa Pola junto con la Torre del Carabassí al norte, Torre Escaletes y Torre Tamarit al sur.
Desde la estructura metálica que conforma el mirador (16) podemos ver toda la línea de costa, tanto al norte como al sur, divisando el skyline de Benidorm, Alicante y Guardamar, el interior montañoso de la provincia de Alicante e incluso la silueta del Peñón de Ifach. Estas vistas acompañan a la imponente Isla de Tabarca, la única habitada de la Comunidad Valenciana y que se encuentra a escasas tres millas del cabo. Gracias a esta cercanía, podemos identificar la Torre Defensiva de San José, la Iglesia y el faro de la isla en el extremo oriental. Asimismo, Tabarca cuenta con una gran reserva marina desde 1983 con el objetivo de preservar la flora y fauna existente en sus aguas cristalinas dado su gran valor ecológico. En definitiva, el cabo de Santa Pola alberga toda una variedad de recursos naturales y un paisaje inigualable.
Otra de las obras arquitectónicas relacionadas con la guerra son las Baterías de Costa (18/19), las cuales se intuye que fueron construidas en 1989 debido a la Guerra de Cuba, pero posteriormente en la Guerra Civil se llenaron de artillería para aquel fuerte enfrentamiento. Ambas baterías están conectadas por un túnel subterráneo y siguen la misma estructura circular con una rampa de acceso para conectar las ametralladoras y los cañones con el eje, y así poder combatir a los aviones que llegaban desde Mallorca. Actualmente dichas entradas a estos pasadizos están cerradas y todos los muros llenos de pinturas.
A escasos metros del recurso anterior, nos encontramos con el Búnker (20) el cual controlaba por telemetría a los cañones ubicados en los ejes de dichas baterías de costa, siendo por tanto el centro neurálgico en tiempos de guerra. En lo alto de este edificio, que en su época contaba con dos cámaras, encontramos el vértice geodésico, es decir, un pilón que nos ayuda a conocer cuál es la distancia sobre el nivel del mar desde ese punto de referencia geográfica, en este caso, 144 metros. Asimismo, si observamos por las ventanas de dicha estructura, podemos ver su estructura interna, llamando la atención su estrechez y la remodelación exterior que ha sido efectuada en el búnker.
A unos 80 metros sobre el nivel del mar, encontramos la Torre Vigía de Escaletes (22), de planta circular y construida en 1552 como parte del sistema defensivo de la costa mediterránea. Este edificio de doble altura tenía como función avisar mediante humo o fuego al resto de torres vigías y al Castillo-Fortaleza de Santa Pola de la llegada de piratas o embarcaciones que se escondían detrás de la Isla de Tabarca en el siglo XVI. Como datos curiosos sobre esta emblemática torre es que su puerta se encuentra en el primer piso, contiene una placa conmemorativa debido a que fue visitada por el virrey de Valencia en 1577, y su último servicio vigía fue realizado en 1870. Asimismo, gracias a la restauración realizada en 2017, este Bien de Interés Cultural ha sido recuperado junto con la Torre Tamarit, a escasos 8 Km al sur, dándoles así la relevancia histórica que se merecen.
Finalmente, encontramos los Aljibes del Massapà (24) rodeados de las urbanizaciones colindantes, casi dejándolos ocultos entre las casas. Estos depósitos de agua forman parte de la red hidráulica con la que contaba la ciudad de Santa Pola en el siglo XVIII, para así recoger el agua que procedía de la sierra y después ser vendida por las calles de la villa. Estos 3 aljibes estuvieron en funcionamiento hasta la primera mitad del siglo XIX, dada la expansión demográfica y de cultivos que vivió Santa Pola en aquellos 100 años. Sin embargo, tras la Guerra Civil y la posguerra, con el abandono de la agricultura y la llegada de nuevas herramientas para la recogida de agua, estos quedaron olvidados hasta el siglo XXI donde se les dio el valor que debían.